Recuerdos de Don Pepe Valdez sobre la Historia Política de Arequipa

Hace exactamente un mes del fallecimiento de don José Valdez Pallete (1930-2020), gran promotor del teatro en Arequipa, dramaturgo y destacado periodista que trabajó, entre otros, en el diario “El Deber” y en “El Pueblo”. Quienes tuvimos la dicha de conocerlo no dejaremos de agradecer y extrañar su plácida elocuencia y su abierta y sincera amistad.

Conocí a don Pepe en el dos mil siete, cuando él dirigía el grupo teatral del Centro Cultural Peruano Norteamericano. En ese entonces yo estaba por cursar el quinto de secundaria y nunca había tenido mayor interés en las artes escénicas. Sin embargo, era verano y no había mucho que hacer por las tardes, así que me dejé convencer por una amiga para unirme al elenco. Estuve casi un año y quedé totalmente encandilado. Don Pepe fue un verdadero maestro y un amigo disponible. Aprender de Don Pepe sobre todos los aspectos del teatro y conversar largamente con él en los cafés del centro fueron experiencias sumamente estimulantes. A mí, como seguramente a tantos otros, me contagio su pasión por el teatro y desde entonces nunca me he alejado mucho de las tablas.

El año pasado, por motivo de mi tesis doctoral, le realicé una entrevista en la que casi no hablamos de teatro, sino de movimientos sociales y partidos políticos en la historia de Arequipa de los que él fue testigo. A manera de homenaje al maestro que Dios tenga en su gloria transcribo algunos fragmentos que, estoy seguro, son un testimonio valioso para la historia política de nuestra ciudad.

Sobre el ambiente religioso de la Arequipa de su niñez y juventud y la penetración comunista en la ciudad

Juan Carlos Nalvarte Lozada: ¿Cómo era el ambiente religioso de Arequipa?

José Valdez Pallete: No había mucha actividad, casi nada, de los grupos protestantes. Lo que más había era un grupo luterano y eso por la influencia en la educación, porque venían los alemanes que eran profesores y eso daba lugar a pequeñas reuniones que iban creciendo y era lo único que se mantenía seriamente porque la actividad de los demás grupos religiosos era muy débil.

Era combatida por la Iglesia, me imagino ¿o no?

Sí, pero como eran pequeños no merecía la pena tratarlos mucho. Entonces no había enfrentamientos ni públicamente ni privadamente. La actividad religiosa se concretaba a la actividad católica que era el noventa y cinco por ciento.

Más inclusive.

O quizás más, sí. Y los que discrepaban un poco eran los llamados agnósticos y eso por la influencia, a partir del año cuarenta y cinco, de la Unión Soviética. Porque había penetración soviética, había que defenderse, había algunas actividades de ese tipo. La penetración soviética fue muy grande y había revistas y libros que se repartían en Arequipa y llegaban toneladas de libros de Rusia a Arequipa y supongo a las demás ciudades de América Latina. Entonces el desarrollo del Partido Comunista del Perú ha sido en esas circunstancias, de la guerra, en donde habiendo una amistad bélica entre Estados Unidos y Rusia se permitió la penetración comunista en las universidades. Y en Arequipa solo había una universidad, la de San Agustín, no había más, no había universidades. Entonces la Universidad de San Agustín permitía que se formaban con la misma línea los estudiantes. Ya luego con motivos políticos comenzaron a surgir posturas de estudiantes que llegaron a los profesores y se formaron grupos, orientaciones, charlas. Hubo un movimiento un poquito sordo pero que avanzaba muy lentamente. Yo recuerdo haber ido al Partido Comunista ruso, pues, que funcionaba en una ferretería, en donde los trabajadores eran los dirigentes, que yo los miraba con cierta distancia porque pensaba que eran obreros analfabetos. Y no eran analfabetos. Y de allí salieron los dirigentes del Partido Comunista a hacer política general y con muy buenos resultados. Invitaban a intelectuales. Yo recuerdo haber ido a la ferretería que quedaba muy adentro de la calle, aquí en Ejercicios, en la calle Ejercicios o sea lo que es…

Álvarez Thomas.

Álvarez Thomas. Y encontrarme con intelectuales muy notables, con mucha altura, entre ellos Mario Polar Ugarteche. O sea ese era el nivel en que se manejaban los obreros que manejaban el partido comunista.

¿Y eso en qué años, más o menos, se acuerda?

Cincuenta.

Sobre el ambiente universitario

¿Usted en qué año entró a la Universidad?

Cuarenta y… habría que sacar la cuenta. Bueno exactamente no lo sé, pero ha sido por el año cuarenta y seis, cuarenta y ocho.

Pero en ese entonces ya había penetración comunista, cuando usted entró.

Sí, pero muy débil. Los jóvenes comunistas en la universidad presumían de ser cultos y realmente leían y miraban de mucha distancia a los intelectuales no comunistas, porque pensaban que ellos eran más cultos, pensaban más, leían más, tenían un horizonte cultural mucho más amplio. Yo me di con la sorpresa que obreros, obreros que ganaban salario, eran comunistas y cuando quise presumir para guardar distancia, porque yo era universitario, hablaba un poco en difícil o hacía mención de un autor. Me encontraba que ellos conocían lo mismo y mucho más. Y habían sido cultos. Leían o asistían a charlas. Entonces había un movimiento así, que a nadie la importaba porque eran muy pocos. Pero luego se desarrollaron.

Y me imagino, en lo sesentas se agudizó la situación. Justo leí en “El Pueblo” de esos años que estaban haciendo una especie de campaña contra el rector de la UNSA, que era Alfredo Corzo, si no me equivoco, decían que era comunista.

Alfredo Corzo Masías. ¿Decían que era comunista?

Sí, que era socialista, que era de izquierdas y que estaba apoyado por el FER.

Que era el grupo universitario insurgente. Porque, mira, yo no recuerdo como fue antes, pero cuando yo llegué a la universidad, se peleaban la presidencia de la Federación Universitaria un grupo de “chicos bien” con los apristas. Esos “chicos bien” terminaron siendo demócrata cristianos y resulta que se peleaban con los apristas la dirección de los grupos universitarios. Y entonces el FER era el grupo marxista y era insurgente y presionaba y cada vez estaba más cerca del gobierno estudiantil hasta que llegó el momento con Soto León Velarde y otros. Había un grupo de estudiantes universitarios muy estudiosos, muy estudiosos y muy capaces, muy inteligentes y llegaron a la cátedra. Ese grupo de estudiantes dirigentes marxista llegaron a la cátedra.

Y ahí es cuando la universidad se hace más o menos marxista.

Sí.

Justo estaba leyendo que en el 62 o 63 ganan la presidencia de la Federación Universitaria.

Así es.

Incluso leí una noticia en la que decía que no dejaban graduarse a alumnos que no eran marxistas. O sea que había ese tipo de problemas.

Sí se generaban problemas así.

Hablé con el doctor Eusebio Quiroz y me dijo que era de la UNEC (Unión de Estudiantes Católicos) y que siempre se andaban peleando con los comunistas.

Sí, pero él es mucho menor que yo. Claro, él era uno de los notables del grupo cristiano porque era muy habilidoso para la broma, estudiaba Historia y él era simpatizante del movimiento católico, entonces estaba en la UNEC. Y el grupo de la UNEC que tenían inquietudes políticas llegaron al partido demócrata cristiano y fueron dirigentes de la juventud.

¿Y usted perteneció a un grupo de estos?

Yo he sido el primer secretario general de la Juventud Demócrata Cristiana. Yo no sé por qué se fijaban en mí. No era muy suelto. Yo no bebo, no iba a fiestas. Entonces solo me dedicaba a leer, a estudiar. Sería por eso.

Entonces estuvo en la Juventud Demócrata Cristiana. Y en algún otro grupo militó. ¿Acción Católica?

Sí, claro.

¿Usted fue de la Acción Católica?

Claro. Era lo mismo, eran los mismos dirigentes. O digamos, éramos los mismos dirigentes. Porque entramos a la Acción Católica Universitaria y los de la Acción Católica Universitaria tenían actividades políticas y llegaron al partido Demócrata Cristiano y allí ya empezaron los intereses particulares para ser candidatos al parlamento. Y había intereses de esa clase. Estudiantes exlasallistas y ex San José. Esos chicos, así un poco… distinguidos. Porque los católicos pobres se iban al otro partido, preferían irse con los comunistas, por razones económicas.

¿O sea los comunistas de entonces también eran católicos? O las bases por lo menos.

Sí, las bases sí.

Sobre la Democracia Cristiana y Velasco Alvarado

¿O sea usted militó en la Democracia Cristiana?

Sí, pertenecí al Comité Ejecutivo Departamental de la Democracia Cristiana.

¿Y cómo llegó a la Democracia Cristiana? ¿Por qué entró?

Porque era católico de formación. Tuve la suerte de tener un maestro sacerdotes en el colegio donde yo estudiaba que era el colegio Independencia. Yo he salido del colegio Independencia. Mis hermanos han salido de La Salle. Pero yo del colegio Independencia. Yo tenía compañeros cuyos padres eran agricultores y obreros, por lo tanto he tenido otra formación. Otra influencia.

¿Usted cree que podríamos decir que era natural que militantes de la Acción Católica pasen a la Democracia Cristiana?

Sí, muchísimos militantes de la Acción Católica pasaron a la Democracia Cristiana. Era una especie de célula política de la Acción Católica.

Hacia los años sesenta la Acción Católica empieza a decaer, mientras que la Democracia Cristiana se mantiene.

No, la Acción Católica cae ya por otro tipo de actividades, cayó en todo el Perú.

¿Por qué?

No sé, parece que era decisión del episcopado.

Claro, eso era dirigido por los obispos.

Sí, sí.

En cambio la Democracia Cristiana no.

No, pero era fruto de los profesores que salían de la Iglesia.

Cuando se partió la Democracia Cristiana, ¿qué papel jugó usted? ¿Con quién se fue? ¿Con Cornejo Chávez?

No hubo elección. La Democracia Cristiana en Arequipa, por lo menos, y creo que también en Lima, se partió a dedo: fulano sí, este no, este sí, este no. Entonces a mí me dijeron no. Yo no sabía. Yo me enteré que había habido eso el día que se partió el partido. Porque como eran mis amigos los otros yo les pregunté “¿a mí por qué no me han invitado?” “No, tú eres proletario, tú eres comunista”. Ni sé qué.

Entonces en Arequipa también se dividió el PPC y la Democracia Cristiana.

Sí, en todo el Perú.

¿Y usted se quedó en la Democracia Cristiana?

Sí, yo me quedé. A mí no me invitaron al PPC. Yo me quedé en la Democracia Cristiana porque estaba en la Democracia Cristiana. De la Democracia Cristiana salió el PPC, no hubo, digamos, una división democrática, no plantearon una alternativa a los militantes. En el PPC dijeron este sí, este no, este sí, este no.

Si no mal entiendo, es porque la Democracia Cristiana estaba virando hacia la izquierda.

Era de izquierda.

¿Desde siempre usted cree que la Democracia Cristiana era de izquierda?

Sí, claro que era de izquierda. Pero no era comunista, no era marxista, era izquierda. O sea, la Democracia Cristiana plantea que los gobiernos deben organizase favoreciendo al pueblo, favoreciendo el salario familiar y cuando uno lee un libro de la Democracia Cristiana y ve qué es el salario familiar, ve que es una remuneración que debe tener el obrero, o el trabajador en general, que le permita vivir en el sentido de tener alimentación, vestido, vivienda y un porcentaje para entretenimientos sanos. Todo eso debe formar parte del salario. Eso es lo que plantea la Democracia Cristiana. Entonces era izquierda pues. Porque los que estaban en la derecha eran los gerentes que no querían gastar más en el rubro de trabajo. Eso era el problema. El problema no era ideológico. Era de intereses. Entonces la Democracia Cristiana planteaba una democracia con todos esos cuestionamientos.

¿Y en el PPC?

En cambio en el PPC estaban todos los abogados que defendían los intereses económicos, los defensores de las empresas.

¿Qué opinó usted del golpe de Velasco?

Yo estaba de acuerdo con el nuevo régimen, con Velasco.

Claro, la Democracia Cristiana estaba de acuerdo con Velasco, lo apoyaron.

Claro, apoyamos a Velasco. Cuando se formó el SINAMOS me llamaron a trabajar ahí. Trabajamos con mucha honestidad, mucha altura y con buenos resultados. Mi labor era hacer actividad cultural, o sea, al pato lo echaron al agua. Y entonces trabajé. Probablemente te van a decir cosas negativas, pero en el SINAMOS, en materia cultural por lo menos, trabajamos en pueblos jóvenes, en distritos y provincias y hacíamos actividad cultural. Todo el pueblo de Arequipa tenía acceso a la cultura. Recién, porque ni antes de esa época tenía acceso, ni ahora tampoco tiene. Entonces, bajo la dirección de Velasco Alvarado se formó todas esas instituciones y yo trabajé llevando la cultura al pueblo. Eso sí fue realmente cierto: llevamos la cultura al pueblo. No como los discursos demagógicos que puedan decir. Yo sí llevé la cultura al pueblo. Arequipa se convirtió en un centro cultural realmente popular. Por lo menos, por mi lado, el SINAMOS fue un verdadero brazo de actividad popular.

¿Y usted todavía era militante de la Democracia Cristiana?

Claro, si estábamos aliados con Velasco. Estaba Cornejo Chávez en la dirección de El Comercio. Y Jorge Bolaños, que era un brillante joven, brillante, muy inteligente, fue diputado de Arequipa y trabajó en El Comercio.

¿El movimiento católico de Arequipa tenía entonces una gran variedad? Había la parte obrera, más cercana al pueblo y había un parte más elitista, cercana a la empresa.

Así es, así es.

¿Y qué recuerdos tiene de Héctor Cornejo Chávez?

Para mí ha sido el hombre más brillante que he conocido. Brillante, brillante. No sé cómo era personalmente, pero parece que era muy serio, muy responsable en sus actividades. Pero como político y como profesor de Derecho… excelente. Es autor de un tratado sobre familia.

¿Él se retiró de la política después, para enseñar?

Cornejo Chávez ser retiró de la política a raíz de su enfermedad. Le dio… él tuvo los primeros síntomas del Alzheimer y dejó la política y se fue a su casa, se acabó. Y supongo que el Alzheimer siguió avanzando, porque avanza. Y como su última actividad pública fue su alianza con el velasquismo eso le ocasión la enemistad de todas la autoridades y los gerentes y todos los que manejan la economía. Porque Velasco atacó la economía.

Y la Iglesia peruana, en general, apoyó a Velasco… Landázuri fue un gran aliado de Velasco

La Doctrina Social de la Iglesia era prácticamente el programa de Velasco. O al revés, el programa de Velasco era iluminado por la Doctrina Social de la Iglesia.

Me imagino que esta inquietud social era propia de los años sesenta. Creo que en los cincuenta el movimiento católico no tenía este cariz social tan acentuado. Talvez era un poco más espiritual. ¿Qué opina usted?

No, había criterios sociales y políticos en el catolicismo de Arequipa. Hablando del catolicismo de Arequipa por las personas conocidas. Héctor Cornejo, por ejemplo. Y también estaba Mario Polar Ugarteche, que no había sido tan de la Iglesia. Yo lo recuerdo a Héctor Cornejo que salía con una visión doctrinaria muy elevada y también recuerdo a Mario Polar Ugarteche que era muy culto y muy buen conversador y muy buen orador.

A él es al que encontró en el círculo comunista de la ferretería.

Sí. Claro lo invitaron a dar una charla, él va a dar la charla, no se compromete en nada pero sí puede decir lo que él piensa. Lógicamente teniendo en cuenta que los oyentes son comunista y toma cierta distancia en la conversación. Pero a él no le importaba mucho tampoco. Parece que ya quería ser político en esas épocas. Era profesor universitario, fue mi profesor. Algunos de esos dirigentes fueron mis profesores. Lástima que Héctor Cornejo no lo fuera. Pero Mario Polar Ugarteche sí, era un excelente conversador, un buen expositor. Y a la hora que se partió el partido, Héctor Cornejo Chávez se quedó en la Democracia Cristiana y Mario Polar Ugarteche se fue al Partido Popular Cristiano. Pero me imagino que a Héctor Cornejo no le dijeron que iban a partir el partido. Fue una sorpresa. A las cuatro en punto de la tarde de ese domingo que hubo votación salió el comunicado donde se anunciaba el nacimiento del PPC, para sorpresa de todo el mundo. Y la justificación es que a las cuatro ya todos habían votado y por lo tanto no modificaban nada en cuanto al resultado de las elecciones. Y los democristianos votaban como querían, pero ahora pues ya se habían partido. A partir de las cuatro de la tarde… un poco que me recuerda a García Lorca: “a las cinco en punto de la tarde…”, la Democracia Cristiana fue a las cuatro.

Juan Carlos Nalvarte Lozada

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