Outgrowing Dawkins: mitos que no quieren morir

Ciencia y religión están en conflicto. Esto es evidente, o al menos es lo que varios científicos y divulgadores como Lawrence Krauss, Steven Pinker, Jerry Coyne o P.Z. Myers sostienen de forma explícita o implícita en sus obras. Sus posiciones sobre el tema son de diversa índole, por ejemplo, que el auge del cristianismo fue responsable del debacle de la ciencia antigua, que la Iglesia del medievo suprimió el crecimiento de la ciencia, o que Galileo fue encarcelado y torturado por adherirse al copernicanismo, etc. (Cfr. Numbers, 2009). Entre estos autores destaca el biólogo Richard Dawkins, quien es conocido como uno de los iniciadores del nuevo ateísmo. La obra de Dawkins ha sido, en parte, una cruzada por probar el enfrentamiento entre ciencia y religión[1], en la cual él enarbola la bandera de la ciencia. En el presente artículo someteremos a escrutinio, a partir del último libro de Dawkins, sus afirmaciones históricas sobre las relaciones entre ciencia y religión, y poner a prueba su veracidad.

En su nuevo libro Outgrowing God (2019), Dawkins ofrece una versión sintetizada de trabajos anteriores. Dividido en dos partes (Goodbye God y Evolution and Beyond), podría decirse que la primera es un resumen de las principales tesis de The God Delusion (2006), y la segunda una versión comprimida de The Blind Watchmaker (1986)[2]. Si bien nada tenemos que objetar a su capacidad de explicar la evolución por selección natural y no intentamos hacer una crítica filosófica de los argumentos explícitos con los que sustenta su ateísmo (por ejemplo, el argumento one god further popularizado por Dawkins[3]), el libro ofrece una excusa para abordar un tema implícito en prácticamente toda la obra de Dawkins: la ciencia en conflicto con la religión y como motor de secularización. Cabe advertir que Outgrowing God es una obra de carácter divulgativo[4]sin pretensión académica. Esto podría excusar sus fallos, aunque ofrezca otra clase de riesgo: filtra con destreza sus ideas implícitas sobre las relaciones entre ciencia y religión, reforzando mitos que no quieren morir[5].

Una primera idea implícita en Outgrowing God es la tesis del conflicto, representada por Dawkins en figuras como Galileo, Darwin y Wegener. En su Historia de los conflictos entre la religión y la ciencia, J.W. Draper propuso una clave hermenéutica de la historia que aún hoy goza de popularidad: «la historia de la ciencia… es un relato del conflicto entre dos poderes contendientes: la fuerza expansiva del intelecto humano, por un lado, y la comprensión que surge de la fe tradicional y los intereses humanos, por otro» (Brooke, 2016, pág. 45). Dawkins asume dicho conflicto como queda patente en estas líneas:

«Antes de… Darwin, a casi todos les parecía absurdo que la belleza y la complejidad del mundo viviente pudieran haber surgido sin un diseñador». (p. 250)

«Esta atrevida verdad [que la tierra gira alrededor del sol] fue olvidada… fue redescubierta por Nicolás Copérnico… Era tan contraria al sentido común que Galileo fue amenazado con tortura por promoverla.» (p. 257)

«…los perseguidores de Galileo estaban asustados por la idea herética de que la Tierra gira y se mueve alrededor del sol… Pero eso no impide que sea verdad… Necesitas valor para enfrentar las conclusiones aterradoras… de la ciencia…» (p. 263)

«… para un ateo nada de esto presenta un problema porque… La evolución… lo explica, -y todo lo concerniente a la vida-, perfectamente bien.» (p. 170)

Dawkins se ciñe todavía al caso Galileo como paladín de la ciencia contra la fe. Sobre Galileo afirma que tuvo el valor de sostener una idea verdadera, considerada herética, ante la amenaza de tortura. Dawkins acierta en algo: Galileo no fue torturado (Finocchiaro, 2009); sin embargo, falla al afirmar que la idea de Copérnico era considerada herética por la jerarquía eclesial y que Galileo habría probado la verdad del heliocentrismo.

¿Era la idea de Galileo herética? Primero, habría que plantear la importante diferencia entre el entendimiento físico y el entendimiento astronómico (matemático) del mundo. La tradición de los físicos (aristotélicos, estoicos y atomistas) trataba de explicar la estructura real del Universo, a diferencia de la tradición matemática (ptolemaica), que buscaba dar cuenta de los fenómenos, llegando a verdades de carácter hipotético y provisional, sin alcance metafísico (de Asúa, 2019)[6]. A Galileo no se le hubiese acusado de sospecha de herejía si asumía el copernicanismo como hipótesis. De hecho, el papa Urbano VIII -amigo suyo, cabe añadir- le animaba a proseguir con el asunto copernicano con la condición de hacerlo “hipotéticamente”[7]. Es más, en 1624, «el Cardinal Zollern informó a Galileo que Urbano le había dicho que la Iglesia no había condenado la enseñanza de Copérnico como herética, sino sólo como imprudente» (McMullin, 2007, pág. 4, Cfr. Martínez, 2016)[8].

Por otra parte, ha de considerarse la posición política de la Iglesia en ese momento. Dada la reforma luterana, «las autoridades de la Iglesia… eran en aquellos momentos especialmente sensibles ante quienes interpretaban por su cuenta la Biblia… porque el enfrentamiento con el protestantismo era muy fuerte» (Artigas, 2011, pág. 31); por ello, se privilegió la interpretación literal de las escrituras, incluso en aspectos físicos. Esto no quiere decir que la Iglesia haya tomado esta forma de interpretación como la única; de hecho, existía otra fundada en San Agustín (De Genesi ad litteram) a la que el mismo Galileo alude en su famosa Carta a la Gran Duquesa de Toscana. Por lo que, la interpelación del Santo Oficio fue, dadas las circunstancias, más severa de lo que hubiese sido en otro momento[9].

Dawkins también nos previene de afirmar verdades sin pruebas suficientes: «[Una precaución] Galileo, Darwin y Wegener propusieron ideas… sorprendentes y tenían razón. Muchas personas proponen ideas… sorprendentes y están equivocadas… [Tienes que] demostrar que tu idea es correcta». (p. 269) ¿Demostró Galileo su posición? Dos respuestas pueden proporcionarse: La primera es que, paradójicamente, con respecto al sistema copernicano, Galileo creía haber demostrado su verdad, lo cual no era cierto, y que, con respecto a la compatibilidad del heliocentrismo con la Biblia, Galileo acertaba teológicamente (Artigas, 2011, pág. 34). Por otra parte, cuando los teólogos usaban la palabra “demostración”, tenían en mente «el modelo griego de ciencia en el cual la garantía de verdad viene dada por la demostración a partir de principios que se consideraban indubitables» (de Asúa, 2009, pág. 21)[10]; si bien se admite demostraciones distintas en la ciencia actual, la demostración de Galileo era, para la época, además de errónea, insuficiente[11].

¿Qué hay de Darwin? Dawkins sostiene que, antes del darwinismo, se necesitaba de un dios diseñador. Afirmación que hace eco de su famosa frase: «Darwin hizo posible el ser un ateo intelectualmente realizado» (Dawkins, 1986, pág. 27), la cual es falsa histórica e intelectualmente. Por ejemplo, un defensor acérrimo de Darwin, T. H. Huxley, reconocía -a pesar de su anticlericalismo- los límites en el conflicto evolución y religión, posibilitando una complementariedad interpretativa (Brooke J. H., 2016). James Moore, biógrafo de Darwin, afirma que la teología protestante “ortodoxa” «veía con buenos ojos la hebra que conducía desde la teología natural de Paley hasta la noción de selección natural»[12] (de Asúa, 2009, pág. 9). De hecho, no sólo en el darwinismo existen diversas interpretaciones científicas favorables a la teología. Un par de ejemplos (Brooke J. , 2013): en el siglo XVII, Tindal consideraba que la antigua teoría atomista era un vehículo de secularización; sin embargo, en el mismo siglo, Bacon decía que el atomismo está en mayor necesidad del teísmo que la cosmología aristotélica. En el siglo XIX Hermann Kolbe usaba la química en apoyo de la teología a la par que Marcellin Berthelot decía que la química nos daba lecciones de secularismo. En ese sentido, «las teorías científicas han sido y son susceptibles a lecturas teístas y naturalistas, históricamente han provisto de recursos a ambas, para lo sacro y lo profano, dependiendo de cómo han sido interpretadas» (Brooke J. , 2013)[13]. Por último, el asunto de Darwin es más grave aún si se considera que la afirmación de Dawkins acerca de la intrínseca capacidad del darwinismo para “acabar con Dios” no la mantuvo el propio Darwin. Este es uno de los mitos que desmonta James Moore (2009) quien afirma que las enseñanzas de Darwin fueron vistas en consonancia a una fuerte fe y esperanza religiosa, siendo su entierro en Westminster un signo de reconciliación entre ciencia y fe.

Por todo esto, nos parece que las afirmaciones históricas de Dawkins deben ser tomadas con cuidado. Nuestro autor puede ser buen biólogo, pero hace un flaco favor a la historia de las relaciones entre ciencia y religión. Continúa perpetuando mitos históricos que deben quedar en el pasado. Felizmente la investigación histórica actual nos permite abandonar las tesis de Dawkins y acercarnos a la historia conociéndola como ella es: un conjunto de eventos en donde las interacciones entre ciencia y religión son complejas. Quisiéramos terminar aludiendo al propio Dawkins en su primer capítulo, en donde afirma que si los padres fundadores de los Estados Unidos hubiesen vivido después de Darwin serían ateos, pero que no puede probarlo. Tiene toda la razón: no puede probarlo.

Gonzalo Flores-Castro Lingán

Referencias

Artigas, M. (2011). Ciencia, Razón y Fe (2da ed.). Pamplona: EUNSA.

Brooke, J. (2013). Science & Secularization: Where the Myths Lie. Ian Ramsey Centre for Science & Religion.

Brooke, J. H. (2016). Ciencia y religión. Perspectivas históricas. Santander: Sal Terrae.

Carroll, S. (2019). Entrevista sobre su libro «Something Deeply Hidden». Joe Rogan Experience #1352. (J. Rogan, Entrevistador)

Dawkins, R. (1986). The Blind Watchmaker. United Kingdom: Norton & Company, Inc.

Dawkins, R. (2006). The God Delusion. United Kingdom: Bantam Books.

Dawkins, R. (21 de Octubre de 2019). Joe Rogan Experience #1366 – Richard Dawkins. (J. Rogan, Entrevistador)

Dawkins, R. (2019). Outgrowing God: A Beginner’s Guide. London: Bantam Press.

de Asúa, M. (2009). Darwin y las Iglesias de la Reforma durante la segunda mitad del siglo XIX. En M. de Asúa, De cara a Darwin (pág. capítulo 6). Buenos Aires: Lumen.

de Asúa, M. (2009). La Evolución y los Católicos. En M. de Asúa, De cara a Darwin (pág. Capítulo 7). Buenos Aires: Lumen.

de Asúa, M. (2019). Matemáticas y física. Curso de «Relaciones Históricas entre Ciencia y Religión». Argentina: Universidad Austral.

Feser, E. (2011). The «one god further» objection. Obtenido de http://edwardfeser.blogspot.com/2011/04/one-god-further-objection.html

Finocchiaro, M. (2009). That Galileo was Imprisoned and Torture for Advocating Copernicanism. En R. Numbers, Galileo Goes To Jail (págs. 68-78). Harvard University Press.

Gingerich, O. (1982). El caso Galileo. Investigación y Ciencia(73), 86-96.

Martínez, R. (2016). El caso Galileo. Obtenido de Diccionario Interdisciplinar Austral: http://dia.austral.edu.ar/El_caso_Galileo

McMullin, E. (Abril de 2007). El caso Galileo. Obtenido de The Faraday Institute for Science and Religion: https://faraday-institute.org/resources/Faraday%20Papers/Faraday%20Paper%2015%20McMullin_SPAN.pdf

McMullin, E. (2009). The Galileo Affair: Two Decisions. Journal for the History of Astronomy, 40(2), 191-212.

Numbers, R. (ed.) (2009) Galileo Goes to Jail. And Other Myths About Science and Religion. Cambridge: Harvard University Press

Numbers, R., & Hardin, J. (2018). The New Atheism. En J. Hardin, R. Numbers, & R. Binzley, The Warfare between Science & Religion (pág. (Capítulo 12)). Maryland: Johns Hopkins University Press (versión Kindle).

Russell, B. (1985). My Philosophical Development. London: Unwin Paperbacks.

Schunke, M. (2014) Review of «Where the Conflict Really Lies: Science, Religion and Naturalism». The Councilor: A Journal of the Social Studies, 75(1), 65-68

[1] «[Dawkins sostiene que] existe un profundo conflicto entre ciencia y religión, particularmente aquellas religiones que se adhieren a la creencia que Dios actúa en la historia. Según Dawkins, las cosmovisiones religiosa y científica son incompatibles». (Schunke, 2014, p.66).

[2] Lo más original –y más objetable, y no científico- sea su adherencia a la idea de Goldilocks universes (p. 277).

[3] Una posible respuesta puede encontrarse en Feser (2011).

[4] Está escrita para un público joven, aunque con la intención de llegar a toda clase de público. Así lo afirma Dawkins en una reciente entrevista en el programa The Joe Rogan Experience (Dawkins, 2019).

[5] Según Numbers & Hardin (2018), los nuevos ateos (que incluye a Dawkins), ignoran toda la investigación académica de los últimos cincuenta años, promoviendo la idea de enfrentamiento entre ciencia y religión.

[6]Esta distinción es fundamental y sigue siendo actual. Bertrand Russell (1985, pág. 13) afirmaría que «No siempre se cae en la cuenta de lo… abstracta que resulta… la información proporcionada por la física teórica. Establece ciertas ecuaciones… que permite lidiar con la estructura lógica de los fenómenos, dejando completamente en la oscuridad el carácter intrínseco de los fenómenos…». Y Sean Carroll (2019), sobre la mecánica cuántica: «… los físicos entienden la mecánica cuántica de la misma manera que alguien que posee un smarthphone entiende el smartphone, saben cómo usar las aplicaciones,… [pero] no saben lo que está sucediendo adentro… así son los físicos con la mecánica cuántica… la usan, pueden hacer predicciones muy precisas, pero si les preguntas qué está pasando realmente… [ellos] dirán «…eso no es nuestro trabajo, ciñámonos a las predicciones».

[7] Por desgracia, Galileo entendió el término más o menos en sentido moderno (McMullin, El caso Galileo, 2007).

[8] Cabe aclarar que, «en junio de 1633, Galileo fue sentenciado por “vehemente” sospecha de herejía» y que «el estatus de la doctrina copernicana en sí se dejó en la indefinición» (McMullin, El caso Galileo, 2007). Por tanto, el veredicto era técnicamente adecuado, pero no por ello era realmente condenada la doctrina copernicana como herética.

[9] Un ejemplo: Diego de Zúñiga – probablemente el filósofo escolástico agustino más importante de la segunda mitad del siglo XVI-, enseñaba Filosofía y Teología en la Universidad de Salamanca y «adoptó el sistema copernicano en el contexto de su comentario sobre Job 9,6» (Brooke J. H., 2016, pág. 121).

[10] Es más, la certeza mediante verificación experimental (que es lo que Galileo reclamaba) es negada por la filosofía de la ciencia actual. Owen Gingerich, astrónomo emérito del Smithsonian Astrophysical Observatory y ex profesor de astronomía e historia de la ciencia en Harvard afirmaba que, «es una ironía de la historia que los propios métodos galileanos de argumentación científica sirvieran como instrumentos para hacer ver que lo que en ciencia se tiene por verdadero es tan sólo lo razonable o lo probable; la verdad no puede ser nunca definitiva ni absoluta» (Gingerich, 1982).

[11] Cabría añadir que Galileo nunca abordó explícitamente la cuestión de la “tercera forma de ver el mundo”, la de Tycho Brahe (McMullin, 2009, pág. 199).

[12] Por medio del concepto de adaptación.

[13]Para la mentalidad de un católico puede parecerle fascinante que haya un conflicto, pues sus pruebas de la existencia de Dios suelen ser metafísicas. Habría que añadir que, históricamente, la mentalidad anglicana -donde surge Darwin- se desarrolla en base a una teología natural al estilo de William Paley y no al estilo de Tomás de Aquino.

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