Seguro que nunca han leído un libro completo, siempre buscan la sinopsis, copian la información de sus compañeros y la presentan como propia porque no quieren leer. Más grave aún: no comprenden lo que leen. Estas y otras expresiones similares abundan en los diálogos entre profesores y hasta se las decimos a los estudiantes en nuestras clases.
Es obvio que en educación superior se debe enseñar a leer de una manera diferente a la que estaban habituados en el colegio y la mayoría de nuestros estudiantes parecen no tener las habilidades necesarias de comprensión lectora en el nivel universitario, sin embargo ¿Todavía están a tiempo de reaprender a leer? Y, si es así, ¿Qué hacemos para motivarlos para que puedan engancharse con la lectura académica? No solo están a tiempo, sino que es indispensable desarrollar con nuestros estudiantes estrategias de lectura que, además de motivarlos, nos ayuden a salir de la rutina haciendo más dinámicas y participativas nuestras sesiones de clase.
En primer lugar, recordemos que la lectura es una actividad cognitiva que abarca diversos niveles de procesamiento (Goodman, 2002); que no exige una actividad neutra o abstracta, sino múltiples, versátiles y dinámicas maneras de acercarse a comprender cada género discursivo, en cada disciplina del saber y en cada comunidad humana (Casanny, 2006), más aún, es un sistema de representación que se inicia a partir de la relación entre la información que proporciona un texto escrito y los conocimientos previos que el lector posee (Martínez, 1999). Entonces, pareciera que si el estudiante no tuvo muchos espacios en los que conoció y aprendió lo necesario sobre la lectura académica, será normal que tenga mayor dificultad para procesar y adquirir información más compleja.
En segundo lugar, en la educación superior, la lectura (ya sea en papel o recursos digitales), es uno de los mecanismos de aprendizaje más importantes para asimilar información y que se produzca el conocimiento. Esto hace además que un estudiante que llegó de una educación secundaria con habilidades lingüísticas básicas de lectura, sea capaz de seguir desarrollando nuevas formas de alfabetización. Uso este término para referirme a que el alumno será capaz de adquirir nuevas formas de discursos propios de la disciplina en la que se está formando: antes leía para realizar tareas concretas; ahora debería, además, leer para aproximarse a una comunidad disciplinar y aportar en ella.
Existen diversas estrategias para ayudar a los estudiantes universitarios a desarrollar una lectura académica eficaz, motivadora y satisfactoria, tanto para ellos como para nosotros como profesores. Veamos algunas:
- Presentar al autor del texto, expresar ciertos rasgos e intereses sobre él, ideología, especialidad, contexto cultural e histórico, relación con la disciplina, etc.
- Antes de que el alumno lea, proponerle preguntas exploratorias que sean lo suficientemente interesantes para generar debate en clase y que más adelante se vuelvan a comentar, además de profundizarse y, por supuesto, responderse.
- Los resúmenes no se salvan, pero deben ser leídos en clase si es posible.
- Los cuestionarios son disparadores de conocimiento ¡Es un hecho!
- Comentar con ellos sobre hábitos de estudio y planificación del tiempo, probablemente nos los tengan y eso les dificulte la lectura.
- Recordarles que existen organizadores gráficos que ayudan a ver la información mental y a comprender mejor el tema (mapas conceptuales, mapas mentales).
- La lectura analítica, distinguiendo ideas principales y secundarias, ayuda a jerarquizar información, lo que hace más fácil su interpretación, comprensión, aplicación a otras realidades y creación de nuevo conocimiento.
- Enseñemos, por ejemplo, el método IPLER (inspeccionar, preguntar, leer, explorar, revisar).
- Evitemos darles solamente las copias y que lean. Hagamos que la lectura cobre vida. Tratemos de leer porciones con ellos. También se pueden hacer dramatizaciones, hipótesis diversas desde situaciones de conflicto, juego de roles, lluvia de ideas, dilemas, etc.
- Nunca dos personas tienen una misma actitud ante un mismo texto. La diferenciación de los términos de entender, comprender e interpretar no solo conducen a la identificación de procesos diferentes, sino que implica un accionar distinto en cada uno.
- Seleccionemos textos no solo para actualizar información de corte disciplinar, sino también textos de corte recreativo, que llevan a la búsqueda de vivencias novedosas, aventuras, descanso, desconexión, o también, textos informativos, esos que nos actualizan en el acontecer nacional y mundial.
En síntesis, hemos recordado qué es leer, cómo la lectura académica introducirá al alumno en un nuevo estatus en su campo disciplinar, y cómo podemos transformar algunas actividades tradicionales en nuestras aulas. Si realmente queremos, podemos hacer que nuestros estudiantes se interesen por la lectura académica. El resultado será siempre beneficioso: ellos y nosotros mismos, los profesores, seremos personas más críticas, exploradoras, portadoras de conocimiento, de imaginación, de inspiración, en una palabra, generadores de cultura.
Julia María Widmann Orihuela