El León de Münster
Corría el verano de 1941, el Tercer Reich de Hitler controla militarmente Austria, Bohemia, Moravia, Polonia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Dinamarca, Noruega, Francia, Grecia y Serbia; además tenía como aliados a Bulgaria, Finlandia, Hungría, Italia y Rumanía; la campaña en el norte de África estaba en el mejor momento para los alemanes, el Imperio Británico estaba acorralado y acababa de empezar exitosamente la operación Barbarroja para invadir la Unión Soviética. En aquel verano en el que las vidas no tenían significado alguno para el monstruoso Reich Alemán, en el que cualquier disensión con el régimen era cruelmente castigada y no había a quién recurrir frente a la injusticia generalizada, Clemens August Graf von Galen, obispo de Münster, se atrevió a enfrentar a Hitler con tres prédicas (13 de julio, 20 de julio y 3 de agosto) en las que denunciaba con claridad y fuerza las atrocidades del régimen nazi y las vilezas cometidas por la Gestapo.
El día anterior a la primera prédica una casa de los jesuitas había sido ocupada por las autoridades nazis y el obispo von Galen se había presentado en el lugar y se había enfrentado a los hombres de la Gestapo. A raíz de esto, el obispo se dio cuenta que ya no podía más, que tenía que actuar. Luego de esta primera prédica, los oyentes salieron exaltados y el obispo von Galen esperó ser apresado, pero nada ocurrió. A la segunda prédica asistieron fieles llegados de lugares lejanos (incluso de Holanda) y el texto de la alocución fue enviado al ministro del Reich Lammers por el mismo obispo. Luego de la tercera, el obispo Von Galen, apodado el León de Münster, se convirtió en la cara visible de la resistencia alemana al nazismo. Sus prédicas fueron copiadas y distribuidas entre todas las clases sociales sin importar la religión, la Real Fuerza Aérea Británica las lanzó desde el cielo a Berlín y radio Moscú fue la primera radio extranjera que las difundió. No hubo pocos que sufrieron la persecución e incluso el martirio por darlas a conocer, tres sacerdotes católicos y un pastor protestante fueron decapitados en Hamburgo por hacerlo, además muchos judíos fueron arrestados por intercambiar los textos de los discursos. El impacto de las palabras de von Galen fue tal, que Goebbels, el ministro de propaganda nazi, no dudó en calificar a las predicas como «el ataque frontal más fuerte desencadenado contra el nazismo en todos los años de su existencia» (Citado en Falasca, S., p. 43). Y a pesar de todo esto, el obispo de Münster no fue tocado. Él sabía que en cualquier momento podría ser detenido y eliminado por la Gestapo, es más, muchos jerarcas nazis creían en la necesidad de deshacerse del obispo. Pero nada ocurrió. La grey católica de Westfalia apoyaba al obispo y a Hitler no le convenía que ellos le sean contrarios en plena Guerra, por eso decidió que ajustaría cuentas con Von Galen luego de derrotar a los aliados.
Luego de la guerra, Von Galen se opuso a las injusticias de las autoridades de ocupación de los aliados por lo que fue llamado por los mandos militares para dar explicación por sus palabras. Además, condenó la opinión de la culpa colectiva de los alemanes.
En el consistorio de 1946, en reconocimiento de su férrea defensa de los valores cristianos y de la verdad revelada en tiempos tan hostiles, fue creado cardenal por el papa Pio XII.
Una posición institucional
Pero el caso del León de Münster no es un caso aislado en la lucha contra el totalitarismo pagano de los nazis, resaltan los ejemplos de grandes héroes como el cardenal Mindszenty (sin lugar a dudas una de las figuras más épicas del siglo XX) que plantó cara al nazismo en Hungría, de monseñor Hugh O’ Flaherty (inmortalizado en la película «Escarlata y negro») que salvó a miles de judíos en la Italia invadida por el Reich, entre otros tantos. Pero sería un gran error considerar que este enfrentamiento contra el nazismo fue la posición personal de unos cuantos valientes dentro del seno de la Iglesia, la oposición al nazismo fue una postura institucional.
El nazismo es absolutamente incompatible con la doctrina católica y esto quedó demostrado en la encíclica Mit Brennender Sorge, publicada el 14 de marzo de 1937 y leída en todos los púlpitos alemanes, luego de haber sido secreta y cautelosamente distribuida por todo el Reich. Con este documento que es poco menos que una declaración de guerra la Iglesia se enfrenta frontalmente al régimen.
En su elaboración participaron activamente y con un rol principal, el entonces secretario de Estado, Eugenio Paccelli, quien se convertiría en el Papa Pio XII y el obispo de Münster, Clemens August von Galen.
Esta encíclica condena el panteísmo, la idea de un Dios únicamente retórico, la “pretendida concepción precristiana del antiguo germanismo” que “pone en lugar del Dios personal el hado sombrío e impersonal”, la visión de un Dios nacional, el mito de la raza y la sangre y la divinización del Estado rindiéndole un culto idolátrico. Afirma que el orden moral no puede ser separado de la base de la fe y que el ordenamiento jurídico no puede apartarse del derecho natural. También advierte a los alemanes sobre la desnaturalización del bien común y la distorsión de su verdadero contenido. Asimismo, alerta a las juventudes de la mala doctrina anticristiana de las Juventudes Hitlerianas, dice que en ellas anuncian un evangelio que no es el verdadero y por tanto hay que combatirlo.
A estas mentiras les opone la verdad cristiana. Propone y exhorta al pueblo alemán a tener una genuina fe en Dios, una genuina fe en Jesucristo, una genuina fe en la Iglesia y una genuina fe en el Primado. “Quien, ya desde el principio, opone a estos erróneos desarrollos un no vigilante e inconmovible, presta un servicio no solamente a la pureza de la fe, sino también a la salud y fuerza vital de su pueblo” (25).
La leyenda negra
Entonces ¿por qué circulan tantos memes, documentales, películas y hasta obras de teatro que acusan a la Iglesia de complicidad con los nazis?
Esta postura tiene origen en un momento definido de la historia.
En los años inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundial la admiración por el papa Pío XII era unánime. Entre quienes se sentían agradecidos con él se encontraban eminentes figuras hebreas como Albert Einstein, Golda Meir, Moshe Sharett, el rabino Isaac Herzog y muchos otros que expresaron públicamente su gratitud a Pío XII. Eugenio Zolli, quien fuera rabino de Roma, se convirtió al catolicismo impresionado por la figura de Pio XII y tomo el nombre de Eugenio en honor a él (Eugenio Paccelli).
Sin embargo, en 1963 se estrenó la obra teatral El Vicario: Una Tragedia Cristiana de Rolf Hochhuht. En ella Pío XII era presentado como un personaje cobarde silente y cómplice de las barbaridades del III Reich. A partir de ese momento esta imagen de Pío XII se expandió en el imaginario popular y abundaron las obras que la reprodujeron. Pero ¿por qué Hochhuht difundió estas mentiras? El jefe de los servicios de inteligencia rumanos entre 1972 y 1978, general Ian Miahi Pacepa, declaró en 2007 que la KGB y otras agencias de seguridad comunista impulsaron una campaña de desprestigio contra Pío XII por su férrea posición anticomunista (recordemos que gracias a él existe pena de excomunión para quienes colaboren con el comunismo). Estas agencias fueron las que financiaron la obra de Hochhuht y otras publicaciones similares.
Pío XII, en incontables ocasiones, se manifestó a favor de la paz y en defensa de los millones de «inocentes oprimidos por el totalitarismo» y si no fue lo «enérgico» que sus detractores hubieran querido que sea fue porque la experiencia le había enseñado que la prudencia sería más beneficiosa para los oprimidos. Recordemos que una carta pastoral de los obispos holandeses que condenaba «el despiadado e injusto trato reservado a los judíos» fue leída en todas las iglesias católicas holandesas en julio de 1942 y que esto costó la vida de cuarenta mil personas. Además, tener en cuenta lo que dijo Marcus Melchior, rabino jefe de Dinamarca: «si el Papa hubiera tomado posición abiertamente, probablemente Hitler habría exterminado a más de seis millones de judíos y tal vez a diez veces diez millones de católicos, si hubiera tenido la posibilidad». (Citado en Dalin, D., El papa justo)
Es más ya en noviembre de 1938, en las vísperas de la noche de los cristales rotos, el obispo Von Galen estaba preparado para subir al púlpito y denunciar los abusos cometidos contra los judíos, pero fue disuadido por miembros de la comunidad judía de que interviniera a favor de ellos por temor a posteriores represalias.
Hace un tiempo circulaba un meme que mostraba una imagen de un obispo a lado de un jerarca nazi y que rezaba algo así como «hay que ver menos televisión y leer más libros para saber que la Iglesia apoyó a Hitler». Como se verá, para evitar la ligereza de opiniones y saber que la oposición de los católicos ante el estatista y neopagano régimen hitleriano fue una posición firme y definida desde la jerarquía, en verdad sí hay que leer más libros y no basar nuestra educación en memes, en los ridículos documentales de The History Channel y en artículos dudosos de internet de los que no se puede rescatar ni la buena ortografía.
Juan Carlos Nalvarte Lozada
Bibliografía
- Dalin, D., El papa justo, 2001, extraído de http://www.mercaba.org/PIO%20XII/papa_justo.htm
- Falasca, S., Un obispo contra Hitler, 2010, Madrid: Palabra.
- Pio XI, Carta encíclica Mit brenender sorge,
- Cardenal Clemens August von Galen, obispo de Münster, extraído de http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20051009_von-galen_sp.html