Altered Carbon – Ficción literaria y personalismo

Hace algunas semanas terminé de ver una serie que me llamó muchísimo la atención. Una ficción literaria, bastante sugestiva por cierto, que proponía la posibilidad de “re-enfundar” la mente en un nuevo cuerpo.

Altered Carbon. Una serie construida en torno a la idea del almacenamiento de la conciencia en un dispositivo electrónico de datos que permite que ésta pueda ser cargada en uno u otro cuerpo según la voluntad del usuario y, claro, según sus posibilidades económicas. Una serie que se hace eco de un argumento cada vez más usado en las ficciones literarias llevadas por la imaginación a la pantalla de televisión y que comienza a convertirse en la esperanza de algunos hombres que desearían poder prolongar su existencia a través del uso de la inteligencia artificial.

Mucha tela para cortar en una ficción bastante interesante que invita a reflexionar sobre algunos aspectos de la tecnología moderna y de la concepción que tenemos de la subjetividad humana. Pensamos en los interrogantes que supone sobre la relación con nuestro cuerpo, la aporía moderna que equipara memoria y persona y, además, la idea de concebir un mundo construido sobre la base de la “superación” de lo propiamente humano.

Evidentemente no se pueden asumir todas esas temáticas en un espacio tan corto como este. Algo desafortunado ante la indiscutible actualidad de los temas que se nos proponen para reflexionar . Basta mencionar simplemente las recientes intervenciones de algunos filósofos y amantes de la tecnología – como Bostrom o Musk – alertando sobre los peligros del crecimiento de la inteligencia artificial en un modo indiscriminado y sin un previo debate tecno-ético. La tecnología avanza y los debates éticos y legales apenas le siguen la pista, el tiempo parece avanzar más rápido para unos que para otros, o quizá algunos son más prudentes que otros en este asunto.

Me centraré solo en un aspecto que creo que puede ayudar en el debate: la dimensión hermenéutica de la ficción contemporánea. Desde mi perspectiva, varios equívocos son fruto de la ilusión – y al mismo tiempo provocación al pensamiento – que genera la verosimilitud de la narración de ficción. Piensa el pensador francés Paul Ricoeur que la cuestión de la «reliability – credibilidad – es al relato de ficción lo que la prueba documental a la historiografía» (Ricoeur, 2009, 872). El relato de ficción es una disposición narrativa que, a través de su cercanía o fidelidad con la experiencia humana, pretende ser creíble, tan creíble, que hasta cierto punto se borran los confines entre lo cuasi-real y lo que tiene existencia por sí mismo fuera de la imaginación. El narrador de la historia cuenta la ficción como si fuera su propia historia de experiencia y, en ese sentido, su experiencia es la experiencia del ser-pasado. Como cuando un abuelo sienta en sus rodillas a su nieto y le cuenta alguna de sus aventuras. La cercanía de la experiencia parece hacer cercano y creíble lo que quizá habría que revisar con ojo crítico sobre la base de la definición de las variables que sostienen la ecuación.

¿Es equiparable la inteligencia humana a la compilación de datos? ¿Qué entendemos por inteligencia artificial? ¿Qué entendemos por inteligencia humana? Y más aún ¿Cuál es el sentido de la vida humana? ¿Cuál es su condición fundamental? Y en base a esa respuesta ¿Qué futuro pretendemos construir para la humanidad?

La literatura de ficción contemporánea ha suplido la función del mito y de la poesía, y, en ese sentido, se ha convertido en la nueva disposición narrativa que inspira la espera del futuro que vendrá y que trata de borrar “la oscuridad del pasado ”. Llegados a este punto, tendríamos que preguntarnos si no estamos construyendo el mundo sobre la base de una ilusión, que, aunque verosímil, no deja de ser eso, una ilusión. ¿El lector – o el espectador en este caso – están preparados para responder con crítica frente a la propuesta narrativa de la ficción?

La ficción contemporánea, así como los sueños tecnológicos de la humanidad, exige una interpretación, en primerísimo lugar, personalista además de ética y social . En ese sentido, el mundo en qué vivimos exige lectores activos; no solos manipulados por la verosimilitud del haber-sido, ni tampoco por el sentimentalismo de la experiencia individual.

Los invito a verla y a reflexionar un poco sobre este asunto. Mientras tanto, me quedo con una frase que pronuncia con ironía el héroe de la historia de Altered Carbon al verse sorprendido por el mundo que encontraba casi dos siglos después de haber estado desconectado: “Vaya, que mundo tan humano”.

Juan David Quiceno Osorio

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